viernes, 6 de mayo de 2011

PUNTO DE VISTA

Filiberto Vargas Rodríguez

El desliz de Pablo Anaya

En el 2008 fue un escándalo. Muchas voces se elevaron para protestar por la intención del entonces Gobernador de Veracruz, Fidel Herrera Beltrán, de ofrecer en concesión, a empresas privadas, lo que llamaron “servicios complementaros de salud”.

Para ello el mandatario estatal recurrió al “mayoriteo” e impuso la reforma que permitiría hacer esa jugosa transacción.

El abogado Sergio Vaca Betancourt, que en ese entonces era Diputado local por Convergencia, recuerda algunos detalles de aquel trámite. Dice que la propuesta fue directa de Fidel Herrera Beltrán y que la intención era cerrar ese negocio con la empresa Vitalmex, un gigante en la prestación de esos servicios, pero como generó demasiado ruido, se optó por una empresa “hermana”, Finamed.

Había tantas irregularidades en el contrato a 12 años, que –según cuenta el abogado Vaca- incluso el entonces secretario de Finanzas, Javier Duarte de Ochoa, se atrevió a objetarlo y sugirió suspender la licitación.

Fidel no le hizo caso y el trato se cerró.

En aquel entonces uno de los que salió a defender dicha operación fue el entonces Diputado local y coordinador de la bancada priista, Héctor Yunes Landa.

Dijo que con la publicación de la convocatoria de Licitación Pública, emitida por la Secretaría de Salud, quedaban desechados los argumentos de quienes insinuaron que la aprobación del Congreso del Estado ya tenía un destinatario.

El entonces Presidente de la Junta de Coordinación Política de la LXI Legislatura Local, calificó de “infundadas” tales afirmaciones y dijo que “algunos integrantes de la oposición han pretendido cuestionar la administración del Ejecutivo Estatal, pero sus afirmaciones caen por su propio peso”.

“La salud –dijo en aquella ocasión- está por encima de los intereses políticos y las aspiraciones de poder, los veracruzanos reclaman que los servicios de salud se presten con prontitud y eficiencia”.

Afirmó que los servicios complementarios de quirófano, cirugía cardiovascular y hemodinamia serían prestados por hospitales del sector salud con mayor eficiencia, lo que redundaría en una mejor atención a pacientes que en ese momento debían canalizarse a clínicas particulares donde les era imposible cubrir los costos.

Apenas el año pasado, cuando el gobierno de Fidel Herrera decidió dejar de pagar a todos sus proveedores, la empresa Finamed informó que ante el incumplimiento de pago por parte del gobierno se veía obligada a suspender el servicio de cirugía cardiovascular, rayos X, tomógrafos y quirófanos integrales, así como hemodinamia; es decir, la atención de enfermedades cardiovasculares en 11 hospitales del estado.

Ahora, el secretario de Salud, Pablo Anaya, da a conocer que “se estudia la posibilidad de rescindir el contrato a la empresa Finamed, debido al “incumplimiento del contrato por parte de la empresa”.

A pesar de ser también abogado, además de doctor, el exalcalde de Poza Rica no se detuvo a pensar que quien primero incumplió el contrato fue el Gobierno de Veracruz, que estaba obligado a pagar puntualmente por la prestación de esos servicios.

El propio Sergio Vaca advirtió que la cancelación del contrato le costaría a la administración estatal un monto cercano a los mil cien millones de pesos, pues así está estipulado en el contrato.

Todo parece indicar que al titular de Salud se le soltó la lengua, y habló ante los medios de algo que no está definido. Incluso el Gobernador Javier Duarte fue más prudente y lo único que admitió es que se estaba “analizando” esa posibilidad.

Este no parece ser el mejor momento para Pablo Anaya, que ha abierto distintos frentes en el ámbito político, lo que seguramente lo distrae de la que es su verdadera responsabilidad. La salud de los veracruzanos.

El titular de Salud pretende convertirse en una especie de cacique político de Poza Rica y de gran parte del norte veracruzano, por lo que mantiene una guerra frontal contra su sucesor, Alfredo Gándara.

Con Noé Pérez ha mantenido una relación de amor y odio que ya parece telenovela, pero que muestra el veleidoso carácter de Pablo Anaya.

De seguir así, su estancia en la administración estatal podría ser efímera.