miércoles, 11 de mayo de 2011

PUNTO DE VISTA

Filiberto Vargas Rodríguez


Los riesgos de la imposición


Si algo quedó demostrado -aunque en ese gremio todos lo sabían ya- es que Juan Nicolás Callejas Arroyo tiene pleno control de la Sección 32 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), incluso por encima de la lideresa nacional de ese sindicato, Elba Esther Gordillo.

Este fin de semana –extrañamente durante un puente vacacional- se llevó a cabo XXVI Congreso Extraordinario de la Sección 32 y cerca de mil 200 delegados, representantes de más de 80 mil agremiados, decidieron que el sucesor de Gaudencio Hernández Burgos al frente de la organización seccional sería Juan Nicolás Callejas Roldán, hijo del actual Diputado federal, coordinador de la bancada priista veracruzana y jefe del Equipo Político de la Sección 32, Juan Nicolás Callejas Arroyo.

Semanas antes, Isaac González, la figura que se veía como la más seria oposición al vástago del líder político de esa organización sindical, anunció su decisión de no participar en la contienda interna, con el argumento que sus tareas como legislador local exigían de todo su esfuerzo y tiempo.

Isaac González, yerno del secretario general del Comité Nacional del SNTE, el veracruzano Rafael Ochoa, era mencionado como “la opción de Elba Esther”, aunque al interior del sindicato se conoce que la relación entre Elba Esther Gordillo y Rafael Ochoa se ha deteriorado en los años recientes y la dirigente nacional suele dejar a Juan Nicolás Callejas Arroyo la operación política para definir los relevos en la Sección 32.

El Congreso Seccional Extraordinario fue duramente cuestionado por la disidencia interna de la Sección 32. Wenceslao Vargas Márquez, líder de la Corriente Institucional del SNTE denunció que el relevo se dio violando términos específicos de los estatutos sindicales, pues en ellos se establece que debe haber, como mínimo, un lapso de 30 días entre la emisión de la convocatoria y la elección del dirigente. Dicha convocatoria fue publicada el 12 de abril y la elección tuvo lugar el 7 de mayo.

Irregularidades de ese tipo y la práctica de la tradicional “cargada”, promovida desde la organización interna denominada “Equipo Político”, dejó un mal sabor de boca entre la disidencia de la Sección 32.

Ya en este espacio habíamos comentado que una movilización de aquellos agremiados a la Sección 32 que no comulgan con las imposiciones de Juan Nicolás Callejas Arroyo, sería cien veces más complicada que la que realizaron algunos integrantes de un sindicato menor, el SITEV.

Si la disidencia de la Sección 32 del SNTE decidiera formar un sindicato, sería la tercera fuerza gremial en el sector educativo, sólo por debajo de las dos secciones del SNTE en la entidad, la 32 y la 56.

Una vez que Juan Nicolás Callejas Arroyo hizo su trabajo y logró confirmar la imposición de su hijo, toca ahora a los operadores políticos del gobierno estatal trabajar en la “operación cicatriz”, para que aquellos grupos que se sientan agraviados con la llegada del hijo del jefe político del sindicato, tengan manera de expresar sus inconformidades por la vía institucional y el procedimiento concluya sin más sobresaltos.

Pero ¿quién debe operar en este caso?

Cuando el problema con el SITEV hizo crisis, gente con influencia en los medios enfiló sus baterías contra el Oficial Mayor de la SEV, Gabriel de Antes, pues el origen del problema era el reclamo de comisiones sindicales.

Otros, sin embargo, advirtieron que quien no pudo convencer a los manifestantes de retirarse fue el Subsecretario de Gobierno, Erick Lagos, de quien cuestionaros su capacidad de negociación.

Lo más grave que pudiera suceder en este caso, es que una vez más las partes se “echaran la bolita” y ninguno atendiera a las voces que reclaman democracia y transparencia en el proceso de selección de dirigentes de la Sección 32 del SNTE.

Lo que se haga esta semana será fundamental para mantener la tranquilidad en el gremio magisterial.

Veracruz no soportaría una crisis en esa área, que perjudicaría no sólo a millones de niños, sino que echaría por tierra ambiciosos proyectos en materia de mejora de la calidad educativa.