viernes, 15 de abril de 2011

PROSA APRISA


Arturo Reyes Isidoro



Austeridad, don Agustín predicaba con el ejemplo



Aun muerto, el extinto gobernador Agustín Acosta Lagunes prestó un último servicio a la clase política veracruzana en el poder. Su funeral sirvió para que se reunieran muy relajados, según las fotografías que publicó ayer el diario Notiver, el gobernador Javier Duarte de Ochoa, el ex gobernador Fidel Herrera Beltrán y la presidenta municipal del puerto de Veracruz Carolina Gudiño Corro. Y es que precisamente el martes se publicó en la columna “Templo Mayor” del diario Reforma un comentario insinuando que el actual ejecutivo del estado “prohibió a la Secretaría de Turismo realizar programas de difusión sobre el puerto”, cosa que atribuyó a una malquerencia de Duarte contra Carolina y de paso preguntó si se trataba de una revancha contra Fidel, de quien es sabido que la alcaldesa es su protegida. Por la noche, ya fallecido don Agustín, les dio un buen pretexto para dar respuesta al comentario periodístico al reunir a los tres en sus exequias, que en las fotografías se ven como si nada, hasta sonrientes. El comentario del prestigiado diario de la capital del país de por sí me pareció confuso y sin ningún fundamento. Confuso porque no dice a qué Secretaría de Turismo se refiere, si a la federal o a la estatal, aunque pareciera que alude a la primera. Pero no es nada creíble que el gobernador de Veracruz pueda dar órdenes a una dependencia federal. Y aun si pudiera, no creo que atentara contra los intereses del estado que gobierna al que pertenece el puerto, pues el turismo representa ingresos económicos de los que tan urgidos está la administración estatal. En fin.

Pero en vida, don Agustín también era un hombre y un gobernante que convocaba, que unía a los más diversos. Ayer recordaba con una de las personas que le fue muy allegada, el ahora magistrado José Luis Salas Torres, cómo era muy amigo del arzobispo Sergio Obeso Rivera, de quien había sido condiscípulo en el Colegio Preparatorio de Xalapa, y recuerdo que fue gracias a esa amistad que el recién fallecido mandatario estatal apoyó el remozamiento, la reconstrucción y la construcción de varios templos católicos en distintos puntos del estado. Pero en el otro extremo, por ejemplo, era muy amigo también de uno de los fundadores del Partido Comunista Mexicano, en su tiempo anarquista, Miguel Ángel “El Ratón” Velasco, con quien se reunía seguido.

Algo irreprochable en don Agustín, y también lo recordaba con Salas Torres, fue su austeridad, a lo mejor rayando hasta en la tacañería, que evitó el uso y el abuso del erario público. Cito dos hechos para ejemplificar: cuando venía a visitarlo su hijo Ernesto, fallecido a consecuencia de un accidente deportivo, ordenaba que le prestaran sólo un volkswagencito y que le cambiaran las llantas buenas por unos “gallitos” para que no corriera y no se fuera ir al puerto de Veracruz. Nunca le asignó escoltas. Un día ese mismo joven decidió ir a Europa, de “mochilero”. Acosta Lagunes consintió, pero en lugar de darle dinero u ordenar a la Secretaría Privada o de Finanzas del Gobierno del Estado que le dieran recursos, aprovechando que salía un barco carguero de Coatzacoalcos hacia el Viejo Continente, ¡le consiguió trabajo! con el capitán del buque para que se agenciara de fondos. Y no nos costó a los contribuyentes. Así era. Otro: cuando terminó de rendir su último informe de gobierno invitó a su casa al entonces famoso, combativo y hasta temido periodista Mauricio González de la Garza, quien escribía la leída columna “Mauricio dice” y quien era su amigo y por eso vino. Pero resultó que no había nada para comer ni para beber, por lo que le pidió al que había sido hasta unos minutos antes su secretario particular, Felipe Capitaine Rivera, que fuera al súper de Las Ánimas a comprar algo y, así, con botanas y refrescos salieron del paso, pero pudiendo haberlo hecho, no dispuso de recursos del gobierno antes de irse para prepararse el gran banquete que se merecía. Así era don Agus. Practicaba la austeridad en su persona y en su familia. No la anunciaba en los periódicos ni la usaba como eslogan de su gobierno ni para mejorar su imagen. Predicaba con el ejemplo. Era fiel seguidor de la austeridad republicana que había enseñado Adolfo Ruiz Cortines, a quien homenajeó construyendo la avenida que hoy lleva su nombre en Xalapa.

Pero vamos a otro tema. Empleados de muchos años del PRI estatal, que han entregado su dedicación, esfuerzo y sacrificio a la familia tricolor, que han visto pasar generaciones y generaciones de políticos que han llegado a encumbrarse en el poder mientras que ellos siguen iguales o peor; que han esperado la oportunidad de crecer y que han dejado buena parte de su vida en el edificio de Ruiz Cortines, me hacen saber por escrito la preocupación que los invade ya que, me dicen, han recibido los primeros avisos de despido, de manera repentina e “ingrata”, por parte de la nueva dirigencia del CDE, sin tomar en cuenta sus años de trabajo durante los cuales nunca han recibido prestaciones además de que no obstante que tienen salarios o aguinaldos pendientes que les adeudan no han faltado ni fallado a su labor.

Me relatan que el área administrativa se encuentra convulsionada ya que Paulino Vázquez Villalobos, a quien llevó al partido Ranulfo Márquez Hernández, no ha podido entregar del todo la oficina al nuevo administrador, no obstante que el 31 de marzo Paulino personalmente, de manera amable y atenta, pasó a despedirse a todas las áreas, pero a los dos días lo regresaron pues le piden que deje “saneada la lista de empleados”. Me comentan que hay molestia entre los trabajadores pues es un secreto a voces en los pasillos de la sede del tricolor que hace un par de semanas una persona del CDE acudió a la oficina administrativa de un periódico de la capital con un buen fajo de billetes para pagar adeudos y pactar la promoción de la imagen de la nueva dirigencia, “mientras a los empleados nos quieren correr”.

Agregan que gracias a comentarios como los que he hecho en “Prosa aprisa” se han enterado que se apoyará a los vecinos poblanos priistas. Que son conscientes de la situación económica que se vive, pero que no piden más que respeto a su fuente de trabajo e ingresos. Terminan haciendo un llamado al primer priista del estado, a quien le piden su intervención para no ser afectados.

Hago al vuelo un comentario. Creo conocer al dirigente estatal Héctor Yunes Landa y estoy seguro que no autorizará ni permitirá una injusticia. Eso creo. Que honrará el lema de su partido: Democracia y justicia social, en este caso sobre todo esto último. Pero, repito, eso lo creo yo. He dado paso a su inquietud. Discúlpenme, pero no tengo ningún poder para hacer nada más. Lo siento de veras y buena suerte.