miércoles, 30 de marzo de 2011

PUNTO DE VISTA

Filiberto Vargas Rodríguez


Los civiles no existen

En las consideraciones del controvertido “acuerdo” de diversos medios de comunicación para el manejo de la información vinculada con la violencia, se advierte que todos debemos estar claros que la responsabilidad del combate a la delincuencia organizada recae en los órganos de los tres niveles de gobierno.

El documento advierte: “Puede y debe debatirse si la forma en que el gobierno ha decidido combatir al crimen organizado es la adecuada. Pero ese debate tiene que partir del reconocimiento de la obligación constitucional que tiene el gobierno de cumplir y hacer cumplir la ley”.

Eso es innegable. Está claro que en estos momentos, salvo el Ejército Mexicano y la Marina Armada de México, ninguna otra corporación oficial cuenta con el armamento y el personal capacitado para enfrentar a los grupos del crimen organizado.

Guerra o no, lo cierto –y lo preocupante- es que el Gobierno Federal ha tenido que recurrir a sus dos más poderosas instituciones para atender este problema.

Lo grave es que no se ve que estén consiguiendo resultados positivos.

Lo grave, es que sus elementos están preparados para combatir al enemigo y, por lo tanto, han convertido las ciudades de México en su campo de batalla.

No nos podemos guiar por la imagen que pretenden difundir en promocionales y películas, de soldados preocupados por la integridad física de ciudadanos que quedan atrapados en un intercambio de disparos. No, los soldados están adiestrados para alcanzar un objetivo –la captura o eliminación del enemigo- y si en el intento fallece gente inocente, son sólo “gajes del oficio”.

Este lunes –más de 36 horas después de que sucedieran los hechos- la Secretaría de Marina emitió un comunicado en el que da a conocer su versión de la balacera suscitada la madrugada del domkingo.

Explica que la primera confrontación se dio “las primeras horas” del domingo (¿será que dar una hora precisa puede entorpecer sus investigaciones?).

Informan que una de sus unidades “realizaba actividades administrativas de transporte de personal”. Circulaba por avenida La Fragua y en el cruce con Cristóbal Colón, fue agredida con armas de fuego por desconocidos que viajaban a bordo de tres vehículos, y que siguieron a la unidad naval por dicha avenida, haciendo ráfagas en contra de la misma, hasta que ésta logró guarecerse en las instalaciones de la Sexta Región Militar.

En el comunicado se admite que “el personal que viajaba a bordo del vehículo no repelió dicha agresión, ni efectúo disparos en contra de sus agresores”. Es de suponer que al realizar “actividades administrativas”, el personal que viajaba en esa unidad no llevaba el armamento o la potencia de fuego para hacer frente a sus agresores.

En ese ataque dos elementos de la Armada de México resultaron heridos.

Minutos después de ese ataque –informa la Secretaría de Marina- personal naval que realizaba un recorrido de patrullaje y vigilancia en la avenida La Fragua y Américas, fue agredido “al parecer por el mismo grupo del primer evento”, por lo que de inmediato los Infantes de Marina repelieron la agresión.

Muy movido ese grupo delictivo, pues “correteó” a los primeros marinos hasta La Boticaria, y luego viajó hasta el fraccionamiento Reforma, donde se topó con otra unidad castrense a la que también atacó.

Cuenta el comunicado que en ese intercambio de disparos, tres elementos más de esa institución resultaron heridos, pero por parte de los agresores, uno perdió la vida.

Hacen un recuento de lo conseguido en este enfrentamiento y mencionan que capturaron a Casto Sánchez Luna; decomisaron cuatro armas largas, una granada de fragmentación, 17 cargadores, 506 cartuchos, tres vehículos y uniformes con logotipos de distintas corporaciones federales.

Después de ese segundo choque, cuenta el documento, “se reinició la agresión en contra del personal naval en ese mismo sitio, desde diversos puntos, intervalos y distintos vehículos”.

El comunicado de la Secretaría de Marina no hace la menor alusión a las personas comunes, que pasaban por esos sitios y que resultaron heridas –una de ellas falleció- durante los enfrentamientos.

No. Ellos son soldados de la patria. Ellos consiguieron su objetivo (eliminar o capturar al enemigo) y quien reciba un tiro “por metiche”, bien ganado se lo tiene.

¿Dónde está la Comisión Estatal de los Derechos Humanos?

Fernando Perera no se puede refugiar en el argumento de que no está entre sus facultades jurídicas, pues al fin y al cabo los agraviados son ciudadanos veracruzanos y la institución puede coadyuvar en las investigaciones con la Comisión Nacional.

¿De qué se trata?

¿De no hacer ruido?

¿De no “molestar” a los militares?

Ya estuvo bueno de ocupar a los veracruzanos como “carne de cañón”.