Por Vicente Bello
De cómo y cuándo sancionarlos
¿Puede un diputado sancionar a otro diputado? En torno a esta pregunta, hoy, versará el análisis de los casi 90 artículos que, al Reglamento de la Cámara de Diputados, le reservaron a éste en diciembre opositores del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Partido del Trabajo (PT) y Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Ayer, en lo que fue una reunión previa de diputados cupulares de todos los grupos parlamentarios, las interpretaciones se escucharon encontradas. Controvertidas de plano.
Por el Partido Acción Nacional (PAN), el diputado Carlos Alberto Pérez Cuevas dijo: “No aceptaremos el argumento de que no nos podemos sancionar unos a otros. Por supuesto que sí. Yo no podría sancionar a otro diputado porque no es mi facultad.
Un coordinador quizá tampoco lo haría, salvo en el tema interno del grupo. Pero la Mesa Directiva sí, porque es un órgano colegiado”.
Opinaban al término de una reunión de ese tercer órgano de gobierno de la Cámara de Diputados (los otros son la Junta de Coordinación Política y la Mesa Directiva) que es la Conferencia para la Dirección y Programación de los Trabajos Legislativos.
Y ésta no es más que la suma de los plenos de la Junta y de la Mesa. O sea, las coordinaciones de todos los grupos y el presidente de la Cámara.
Acordaron que este jueves la Comisión dictaminadora del Reglamento —la Comisión de Reglamentos, Régimen y Prácticas Parlamentarias— dará audiencia a los diputados autores de las 89 reservas aquellas, que le hicieron el día de su aprobación, el 15 de diciembre pasado.
Vendrán más reuniones, hasta que se aprueben las casi 90. Y para tal efecto presumían ayer que ocurrirá antes de que finalice febrero.
Decía, a la vez, Alejandro Encinas Rodríguez, coordinador de la bancada perredista: “El tema de sanciones se ha establecido fundamentalmente para evitar las ausencias, tanto en el Pleno como el trabajo en comisiones.
Ese asunto lo tenemos encorchetado para garantizar no solamente la presencia, sino el trabajo permanente y sistemático en todo el proceso legislativo, ya que el trabajo fundamental del cuerpo legislativo no recae en el Pleno, sino que el trabajo recae en las comisiones legislativas. Es allí donde se va a poner énfasis (con las sanciones)”.
Y entonces apostillaba Encinas: “No estamos en la lógica de establecer sanciones que coarten la libertad de expresión de los legisladores…”. El acento que Encinas ponía consistía en decir que sí aceptaría el PRD sanciones al trabajo legislativo, pero en sólo dos vertientes: en el ausentismo y en el trabajo en comisiones.
Pero jamás en coartar la libertad que tiene un diputado en expresarse como lo desee en la tribuna, durante la asamblea, así sea apoyado con manifestaciones como toma de tribuna o colocación de mantas y pancartas.
El PAN, obvio, cuando piensa en sanciones, piensa en cómo partirles el eje a quienes colocan mantas, pancartas y toman la tribuna. O sea, coartarles la libertad de expresión.
Y, para ello ha enarbolado el siguiente argumento, que ayer refrendó en voz de Pérez Cuevas: “De veras es un cansancio enorme. Ustedes los conocen.
Los ciudadanos dice: ¡ya basta! Y lo peor del caso es que agarran parejo. No distinguen entre azules y colores amarillos.
Para ellos (los ciudadanos) los diputados son unos payasos de circo que vienen y hacen show; que no trabajan; que se la pasan durmiendo y, la verdad, es que eso es muy injusto porque hay muchos que sí trabajan, que sí se esfuerzan, y eso es lo que no tenemos que permitir”. He ahí el quid. Es ahí donde tuerce la puerca el rabo.
Acaso deberían en su análisis sobre los 89 artículos reservados del Reglamento, si es que es un análisis serio y no meramente una simulación gatopardiana, remitirse los diputados este jueves a los principios y a la naturaleza jurídica del Congreso de la Unión.
¿Qué es un legislador? ¿A quién se debe? ¿A quién responde? ¿En qué consiste su trabajo? ¿Solamente su actividad legislativa y parlamentaria se mide por su participación en la tribuna? Según el Artículo 51 constitucional, un diputado federal es un representante de la nación y de acuerdo con la Ley Orgánica del Congreso General, su trabajo consiste en participar en comisiones forjando leyes. Pero no es todo.
Quejas y reclamos
Hay una función que soslaya el PAN cada que se aborda el desempeño de los diputados: la función de servir de contrapeso del Ejecutivo Federal. Y ésta función se expresa en múltiples actividades, que ya el derecho parlamentario comparado (o sea, congresos y parlamentos de todo el mundo) ha mostrado desde hace muchos años.
Detrás de las quejas y reclamos que hace el PAN está, sin duda, la pretensión de callar a quienes —desde la oposición— tratan de cumplir con ese mandato constitucional que es servir de contrapeso al ejercicio del poder público, muchas de las veces tratando de sortear un legalismo que está al servicio de las dirigencias.
Harán, si consiguen ponerles el bozal a los opositores más recalcitrantes, que la democracia en México cobre todavía más visos de farsa. Máxime cuando los sancionadores sean diputados pertenecientes a las dirigencias de los partidos políticos.
De cómo y cuándo sancionarlos
¿Puede un diputado sancionar a otro diputado? En torno a esta pregunta, hoy, versará el análisis de los casi 90 artículos que, al Reglamento de la Cámara de Diputados, le reservaron a éste en diciembre opositores del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Partido del Trabajo (PT) y Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Ayer, en lo que fue una reunión previa de diputados cupulares de todos los grupos parlamentarios, las interpretaciones se escucharon encontradas. Controvertidas de plano.
Por el Partido Acción Nacional (PAN), el diputado Carlos Alberto Pérez Cuevas dijo: “No aceptaremos el argumento de que no nos podemos sancionar unos a otros. Por supuesto que sí. Yo no podría sancionar a otro diputado porque no es mi facultad.
Un coordinador quizá tampoco lo haría, salvo en el tema interno del grupo. Pero la Mesa Directiva sí, porque es un órgano colegiado”.
Opinaban al término de una reunión de ese tercer órgano de gobierno de la Cámara de Diputados (los otros son la Junta de Coordinación Política y la Mesa Directiva) que es la Conferencia para la Dirección y Programación de los Trabajos Legislativos.
Y ésta no es más que la suma de los plenos de la Junta y de la Mesa. O sea, las coordinaciones de todos los grupos y el presidente de la Cámara.
Acordaron que este jueves la Comisión dictaminadora del Reglamento —la Comisión de Reglamentos, Régimen y Prácticas Parlamentarias— dará audiencia a los diputados autores de las 89 reservas aquellas, que le hicieron el día de su aprobación, el 15 de diciembre pasado.
Vendrán más reuniones, hasta que se aprueben las casi 90. Y para tal efecto presumían ayer que ocurrirá antes de que finalice febrero.
Decía, a la vez, Alejandro Encinas Rodríguez, coordinador de la bancada perredista: “El tema de sanciones se ha establecido fundamentalmente para evitar las ausencias, tanto en el Pleno como el trabajo en comisiones.
Ese asunto lo tenemos encorchetado para garantizar no solamente la presencia, sino el trabajo permanente y sistemático en todo el proceso legislativo, ya que el trabajo fundamental del cuerpo legislativo no recae en el Pleno, sino que el trabajo recae en las comisiones legislativas. Es allí donde se va a poner énfasis (con las sanciones)”.
Y entonces apostillaba Encinas: “No estamos en la lógica de establecer sanciones que coarten la libertad de expresión de los legisladores…”. El acento que Encinas ponía consistía en decir que sí aceptaría el PRD sanciones al trabajo legislativo, pero en sólo dos vertientes: en el ausentismo y en el trabajo en comisiones.
Pero jamás en coartar la libertad que tiene un diputado en expresarse como lo desee en la tribuna, durante la asamblea, así sea apoyado con manifestaciones como toma de tribuna o colocación de mantas y pancartas.
El PAN, obvio, cuando piensa en sanciones, piensa en cómo partirles el eje a quienes colocan mantas, pancartas y toman la tribuna. O sea, coartarles la libertad de expresión.
Y, para ello ha enarbolado el siguiente argumento, que ayer refrendó en voz de Pérez Cuevas: “De veras es un cansancio enorme. Ustedes los conocen.
Los ciudadanos dice: ¡ya basta! Y lo peor del caso es que agarran parejo. No distinguen entre azules y colores amarillos.
Para ellos (los ciudadanos) los diputados son unos payasos de circo que vienen y hacen show; que no trabajan; que se la pasan durmiendo y, la verdad, es que eso es muy injusto porque hay muchos que sí trabajan, que sí se esfuerzan, y eso es lo que no tenemos que permitir”. He ahí el quid. Es ahí donde tuerce la puerca el rabo.
Acaso deberían en su análisis sobre los 89 artículos reservados del Reglamento, si es que es un análisis serio y no meramente una simulación gatopardiana, remitirse los diputados este jueves a los principios y a la naturaleza jurídica del Congreso de la Unión.
¿Qué es un legislador? ¿A quién se debe? ¿A quién responde? ¿En qué consiste su trabajo? ¿Solamente su actividad legislativa y parlamentaria se mide por su participación en la tribuna? Según el Artículo 51 constitucional, un diputado federal es un representante de la nación y de acuerdo con la Ley Orgánica del Congreso General, su trabajo consiste en participar en comisiones forjando leyes. Pero no es todo.
Quejas y reclamos
Hay una función que soslaya el PAN cada que se aborda el desempeño de los diputados: la función de servir de contrapeso del Ejecutivo Federal. Y ésta función se expresa en múltiples actividades, que ya el derecho parlamentario comparado (o sea, congresos y parlamentos de todo el mundo) ha mostrado desde hace muchos años.
Detrás de las quejas y reclamos que hace el PAN está, sin duda, la pretensión de callar a quienes —desde la oposición— tratan de cumplir con ese mandato constitucional que es servir de contrapeso al ejercicio del poder público, muchas de las veces tratando de sortear un legalismo que está al servicio de las dirigencias.
Harán, si consiguen ponerles el bozal a los opositores más recalcitrantes, que la democracia en México cobre todavía más visos de farsa. Máxime cuando los sancionadores sean diputados pertenecientes a las dirigencias de los partidos políticos.