martes, 22 de febrero de 2011

La vendedora de ilusiones

Luis Velázquez Rivera

Después de regalar escobas en colonias y barrer calles con una escoba color verde.

Luego de trepar a un montacargas y colocar una lámpara de luz para alumbrar la calle.

Al ratito de que jugara basquetbol con estudiantes y ensartara la pelota en la canastilla.

Después de comer tacos en la taquería más famosa del mercado Hidalgo, donde mientras engullía la tortilla, Gabriel Pérez, El chopo, aplaudía.

Luego de cargar un tigrito en el zoológico de la ciudad y mirarlo con ojos maternales.

Al ratito de sacarse el muñeco de la rosca de reyes..., la alcaldesa Barbie de Veracruz, Carolina Gudiño Corro, nos llenó de ternura cuando con un rastrillo jalaba algas en la playa jarocha para que cuando los turistas lleguen respiren una playa olorosa a mar y brisa marina que desmienta los infundios de Semarnat.

El video apareció en Telever y la foto en la prensa escrita y mientras la Barbie amontona las algas sonríe para que el resto del mundo sepa que en tierra jarocha las amas de casa son felices empujando escoba y rastrillo.

Según un técnico, limpiar la playas de algas significa un episodio mediático, pues se ignora que las algas seguirán desembarcando en la playa, simple y llanamente, por falta de oxígeno, pues las aguas marinas están contaminadas por las aguas negras.

Pero además, se podrá hablar del saneamiento de la bahía para ocupar titulares, pero al mismo tiempo se carece de un trabajo integral, y por eso mismo, el Golfo de México seguirá contaminado por los siglos de los siglos.

En la edad de piedra, cuando Alberto Tapia Carrillo fuera presidente de la Junta Federal de Mejoras Materiales (hoy SAS), construyó un emisor submarino de 1,500 metros desde la playa mar adentro para desalojar las aguas negras y evitar la infección.

Pero como el emisor fuera erigido por la empresa Construcción Mexicana, propiedad del hijo de Fidel Velázquez, el dueño de la CTM, el primer norte se lo llevó hecho añicos.

Desde entonces, la elite gobernante habla del saneamiento de la bahía sin un resultado concreto y específico.



RICOS ENSUCIAN LA BAHÍA



De nada sirve recoger algas... cuando la planta de tratamiento de la zona norte está convertida en un aljibe de aguas negras.

Tampoco, cuando los afluentes del río Jamapa siguen descargando las aguas pestilentes en el Golfo de México, sin que nadie las trate.

Menos, cuando, por ejemplo, en el fraccionamiento El Estero, de Mandinga, con su gran unidad habitacional a nadie preocupa el colector.

Y cuando El Club del Estero, donde viven Yuri y el neurólogo Mauro Loyo Varela (construido por el ingeniero Eugenio Méndez Docurro, a quien José López Portillo enviara a la cárcel por desvío de recursos públicos) tira las aguas negras en los canales que desembocan en la bahía.

Y cuando en el fraccionamiento El rincón del Conchal, donde vive el conductor de Telever, Rogerio Pano, levantado por el papá del constructor Luis Barquín y Carlos Minvielle, tiene una planta de tratamiento, pero sin mantenimiento.

Y cuando el Club de Golf, con su fraccionamiento Villa Rica, donde vive Miguel Angel Yunes Linares, significa un concepto para vivir en armonía con la naturaleza, pero todas sus aguas negras descargan en el río Jamapa y luego en el mar.

Y cuando el fraccionamiento Vista Bella, construido por el hijo de Juanito Arrieta, y que fuera el centro deportivo bancario, vierte las aguas negras a la carretera, y ninguna autoridad lo ha advertido.

Y cuando Playas de Conchal, propiedad de Luis Moreno, opera sin planta de tratamiento, con la tolerancia de la elite priista.

Y cuando en Mandinga hay, ciertamente, dos plantas de tratamiento, pero sin afluente que tratar y donde apenas ahora, decenas de años después, acaban de instalar la red de drenaje.

Y cuando la planta de La Tampiquera durante más de 30 años ha operado con diez litros por segundo cuando se necesitan 30.

Y cuando aguas arriba, en Arroyo Moreno, las colonias arrojan las aguas negras en el dren de La Zamorana.

Por eso las playas continuarán inundándose de algas y ni modo que la alcaldesa Barbie agarre el rastrillo a cada rato, en víspera de un periodo vacacional.

Más, mucho más importante es barrer las calles de las colonias y subir a un montacarga para instalar un foquito y lograr entre todos (¡qué caray!) una ciudad digna...



ZAMBULLIDA DE LA BARBIE...



Por fortuna, la Barbie evadió la tentación de zambullirse en el mar, como Gustavo Sousa en su tiempo, y como Miguel Alemán en la playa de Laguna Verde, pues de lo contrario hubiera emergido con una comezón de los mil demonios en su geografía corpórea.

Ni tampoco la Barbie levantó algas en la tarde, como a las siete de la noche, cuando el mar despide un olor nauseabundo, pues con todo y su priismo hubiera otorgado la razón a Semarnat, que cada año habla de playas cochinas.

Nadie sabe tampoco, debido a la opacidad, el resultado del saneamiento de la bahía cuando se invirtieron millones de pesos ni menos se conoció el nombre de la constructora ni de los dueños encargados del operativo.

En todo caso, dejemos que las algas aterricen en las playas, porque los niños turistas podrán divertirse y jugar...