miércoles, 26 de enero de 2011

ABULIA CIUDADANA

CAMALEÓN
Alfredo Bielma

Por decir lo menos, es bastante curiosa la manera en cómo reacciona la sociedad frente a los actos del gobierno, en cualquiera de sus tres niveles. Por ejemplo, al alza de la gasolina nadie al interior de la sociedad mexicana reporta un grito de inconformidad como no sea la impertérrita costumbre del comentario a ultranza. De no ser por los bloqueos que un sector de los transportistas realizó en las entradas de Xalapa y algunas otras ciudades del Estado de Veracruz no se escuchó una protesta más contra el paulatino pero incesante incremento al precio del combustible, como si ese fuera un problema solamente del sector aludido.

Es la mexicana una sociedad que reacciona solo por estímulos y está condicionada por el gobierno. Tómese como referencia el doloroso caso de los niños muertos en el incendio de una guardería en Sonora. Recién sucedió aquella desgracia, de inmediato salieron a relucir las preocupaciones por revisar todas las guarderías infantiles de la república; del asunto ya ni quien se acuerde, de las guarderías menos.

A pesar de que en México se sabe de la probable ubicación de los “chupaductos”, de vez en cuando se lee que encontraron alguno. Pero sucedió la desgracia de San Martín Texmelucan y de inmediato PEMEX ordenó una exhaustiva investigación en toda la red de conductores del combustóleo extendida a lo largo y ancho del territorio nacional. Cualquier sentido común deduce que no existirían esos enclaves en los ductos si desde el interior de la propia empresa no reportaran la ubicación de los mismos.

Un caso que nos interesa a los habitantes de la ciudad capital, entre otros muchos, es el aumento del 40% al cobro del servicio de agua por el concepto del saneamiento. La única reacción en contra proviene de la resistencia demostrada por el Frente de Defensa Popular (Fredepo), que ha convocado a los causantes a declararse en moratoria de pagos respecto a dicho cobro. Si bien es obligación de todo ciudadano cubrir sus obligaciones fiscales y pagar por los servicios públicos recibidos, no estaría por demás que en lo que a este asunto se refiere la autoridad municipal explicara el porqué del desmesurado incremento; no por cierto con el argumento de que hay que pagar la deuda que se viene arrastrando desde hace algunas administraciones municipales pasadas, sino del por qué necesariamente el ciudadano debe cargar con las culpas de funcionarios venales e incompetentes.

Pues bien, que se sepa ninguna otra organización ha respaldado el movimiento de la Fredepro, como si solo a los integrantes de esta organización correspondiera el compromiso de pagar lo estipulado por la autoridad. A esa actitud se le denomina displicencia social, una manifestación muy expresa de que algo no funciona bien al interior del alma colectiva. Porque cuando se admite que solo algunos asuman la responsabilidad de resolver el problema de todos se manifiesta una laxitud social en la que sobresale la abulia, y ello ha venido sucediendo durante décadas, motivo por el cual, en ese dejar hacer a las autoridades, esta simplemente diseña e implementa políticas públicas sin importar el sentir ciudadano.

Con frecuencia estacional, año con año la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), da a conocer los niveles de contaminación de las playas de recreo en nuestro país; con la misma reiteración, en Veracruz observamos cómo las autoridades del Estado niegan lo que aquella dependencia asienta cuando habla del exceso de contaminantes. Ese es un diferendo entre empleados del servicio público, pagados por la sociedad veracruzana, en la que paradójicamente esta permanece al margen. Es decir, empleados del gobierno federal y del gobierno del estado, pagados por el pueblo, se enfrascan en una disputa pública, sobre un asunto de interés público, sin que la ciudadanía diga un ¡hasta aquí! ¿A quien pretenden servir cuando lo único que hacen es pleitear y ver quien queda mejor, no servir a la población?

¿Quién en Veracruz no recuerda aquella cantaleta de los nuevos “hospitales equipados”, tal como el comunitario de Las Choapas, en el que por no contar con equipo ni con un pediatra tuvieron que derivar a una señora embarazada hacia Coatzacoalcos, en donde la ambulancia que la conducía junto con su hijo recién nacido- nació en el trayecto-murió a causa de un accidente vial, tal y como lo narra un distinguido comentarista de Coatzacoalcos? Y, ya que estamos en el Sur, ¿Recuerda usted aquel túnel sumergido que en mas de una ocasión se presumió como un hecho? Pues está en riesgo de suspenderse y si realmente no hubiera impunidad se encontraría a los responsables de utilizar cientos de millones de pesos sin resultado alguno.

Aquí en Xalapa, hace justamente seis años, el Ing. Héctor Sandoval argumentaba a los cuatro vientos la inoperancia del llamado “Dragón Rojo” que representa, decía, “el más grande fraude en su utilización, ya que es una tecnología desechada por los grandes constructores” por hacer obras de escasa durabilidad. Nadie hizo eco de aquellos argumentos, que finalmente el tiempo ha comprobado. Pero todo ello es producto de la desidia ciudadana que ha dejado hacer a quienes eventualmente sirven como autoridades sin requerir de ellos la mínima explicación de sus acciones.

Una democracia no termina después de emitirse el voto, se va conformando con la permanente interrelación gobierno-ciudadanía, respaldando esta a las autoridades que eligió, pero vigilando que cumplan cabalmente con sus obligaciones, en los términos de la plataforma política y programa de acción del partido que los postuló, sin demérito de los planteamientos de los partidos opositores, que en estos tiempos de pluralidad y diversidad electoral conforman incluso una mayoría real.

He allí la importancia de la participación ciudadana, primero para respaldar al gobierno que, obviamente, para ello debe responder a las expectativas ofrecidas y, segundo, para señalar desviaciones. La experiencia recientemente vivida en Veracruz, en donde un avezado político a la mexicana sorprendió con su retórica y “se acercó al pueblo” mientras lo engañaba con un gobierno de menos que virtuales resultados no debiera repetirse. Ello solo será previsible con una efectiva, responsable y sólida participación ciudadana.